En Bolonia, en la provincia de la Emilia, Italia, santa Catalina, virgen de la Orden de Santa Clara, la cual, notable por sus dotes naturales, fue más ilustre por sus virtudes místicas y por la vida de penitencia y humildad, siendo guía de vírgenes consagradas († 1463)
Un beso del Niño Jesús
En la Navidad de 1445, Santa Catalina de Bolonia le pidió a su superiora permiso para pasar aquella noche en oración. Deseaba rezar mil avemarías en honor de la Madre de Dios.
A medianoche se le apareció la Santísima Virgen con el Niño Jesús estrechado junto a su pecho. Acto seguido Nuestra Señora depositó al divino Infante en los brazos de la santa, de cuyo corazón brotaron ardientes actos de afecto y ternura. Los labios virginales de la religiosa tocaron el rostro del Niño, el cual, en retribución por el amor de su esposa, también le obsequió con otro beso.
Cuenta la tradición que la marca blanca que quedó en el cuerpo incorrupto de Santa Catalina sería el sitio exacto en el que Jesús le había colmado de cariño con aquel beso. En recuerdo de ese hecho, hasta hoy los boloñeses guardan la tradición de, en la víspera de la Navidad, rezar mil avemarías.
Las 40 Avemarías o Las Mil Avemarías o Las Benditas
Es una antigua devoción de nuestros Conventos, de las Clausuras sobre todo, aunque en muchos se ha perdido. Se rezan desde el dia 30 de Noviembre, cada día 40. La Víspera de Navidad, el día 24 por la tarde, se cumplían las 1.000, y se ofrecían a la Virgen, como un regalo especial, con las intenciones que se habían llevado en el rezo.
La santa escribió por entonces dos libros en versos libres sobre los misterios de la vida de Cristo y su Madre, a los que dio el título de «Rosario», que las religiosas del monasterio de Bolonia conservaron como un tesoro. Escribió igualmente un tratado sobre «Las Siete Armas espirituales», que vio la luz después de su muerte y alcanzó gran fama en Italia.
Fotos de la peregrinación de Viajes Santos a Bolonia.