En cada escuela tenemos extintores de fuego para apagar incendios, y en cada casa tenemos aspirinas contra el dolor de cabeza. El ayuno es como un extintor o una aspirina. Nosotros podemos utilizarlo para luchar contra el mal que se apodera de nosotros, de nuestra familia, de nuestra sociedad y de la Iglesia. Nuestra Señora dijo: «A través del ayuno y de la oración se pueden parar las guerras, se pueden SUSPENDER LAS LEYES DE LA NATURALEZA»
(«El mejor ayuno es a pan y agua. A través del ayuno y de la oración se pueden parar las guerras y suspender las leyes de la naturaleza. Las obras de caridad no pueden remplazar al ayuno. Los que no pueden ayunar pueden, a veces, remplazarlo con la oración, la caridad y la confesión; pero todos, salvo los enfermos, deben ayunar» (21 de julio de 1982).
¡Nosotros no prestamos suficiente atención a este mensaje! Esto significa que los desastres, como avalanchas, terremotos y desprendimientos de tierra podrían evitarse si tan solo alguien en el pueblo amenazado ayunara ( «He rezado. El castigo ha sido mitigado. Las continuas oraciones y el ayuno reducen el castigo de Dios, pero no es posible evitar del todo el desarrollo de los eventos. Id por las calles de la ciudad y contad aquellos que glorifican a Dios y aquellos que lo ofenden. Dios no puede soportar más esta situación» (6 de noviembre de 1982).
Este mensaje se aplica también a las leyes naturales de nuestro cuerpo. Conozco a una enfermera americana que estaba atrapada en una vida llena de pecado. Ella se hubiera ido con cualquier hombre que se hubiera cruzado en su camino. A pesar de estar bautizada, no tenía fe. De niña había asistido a catequesis, pero se había olvidado de todo. Dios no existía en su vida. En el hospital donde trabajaba había un doctor que había estado en Medjugorje y se había convertido radicalmente. Cuando él volvió a su casa, empezó a vivir los mensajes de la Virgen con el corazón. El se dio cuenta de que esa mujer necesitaba su ayuda y decidió ayunar para su conversión. En su nombre ayunó ¡durante cuatro años!
Un día, sumida en una profunda desesperación, decidió suicidarse. Como enfermera, sabía exactamente la cantidad de pastillas que debía tomar para asegurarse la muerte. Se tragó las pastillas y se fue a la cama esperando morir. Pero por la mañana se despertó perfectamente bien. ¡Ni siquiera notó los efectos negativos de las pastillas! Fue como si hubiera bebido leche antes de acostarse. Estaba tan atónita de estar todavía con vida que inmediatamente le acechó un pensamiento: «Alguien quiere que yo siga viviendo». Pensó, ¿acaso es Dios quién quiere que yo viva? Entonces reflexionó acerca de Dios y se preguntó: «¿Por qué Dios quiere que yo viva?». Llegó a la conclusión: «Quizás porque Él me ama».
Volvió al trabajo y se sintió forzada a contar esta historia al doctor. Solo entonces el doctor se dio cuenta del efecto de su ayuno. A través de su ayuno, él permitió a Dios obrar el milagro de la vida de la enfermera. Entonces, él le habló de Dios, ya que antes del incidente ella hubiera rechazado cualquier cosa que el doctor le hubiera contado acerca de Dios. Sin embargo, después de este suceso, su corazón estaba abierto para escuchar acerca de la gracia de Dios. Ella entendió enseguida que el ayuno del doctor había evitado que la ley natural química del medicamento actuase en su cuerpo.
El doctor le dijo: «Ve a Medjugorje». Ella vino a Medjugorje y ¡Nuestra Señora le mostró su inmenso amor por ella, e incluso se le apareció! No podía creer que la Madre de Dios pudiera aparecerse a una persona tan impura como ella. La enfermera se sintió colmada de un amor tan grande por Nuestra Señora que fue rápidamente a confesarse. Confesó todos sus pecados y desde aquel día cambió completamente su vida. Ahora es un apóstol de la Virgen María en América. Ella proclama: «Yo nací en Medjugorje».
Libro: Curación y Liberación a través del Ayuno – Sor Emmanuel Maillard
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